Vínculos tóxicos y vínculos sanos ¿Cómo saber cuál es cuál?

Vínculos tóxicos y vínculos sanos ¿Cómo saber cuál es cuál?

¿Qué significa vincularnos? Vincularnos significa relacionarnos con otra persona (o cosa), desde todas las facetas de nosotros/as mismos/as. Esta unión es única entre las dos personas, siendo diferente a los demás vínculos que establezcan.

Cuando nos vinculamos con los demás, lo hacemos desde nuestras emociones, conductas y pensamientos. Con esta unión, la cual es dinámica y, por lo tanto, puede variar según el tiempo y las circunstancias, se establecen las pautas de la relación (por ejemplo, las conductas consideradas aceptables e inaceptables, los límites de ambas partes, las pautas comunicativas, los valores compartidos o las expectativas sobre uno/a mismo/a y sobre la otra persona).

A lo largo de nuestra vida establecemos infinidad de vínculos, con familiares, con amigos, con compañeros de trabajo, etcétera. Seguramente, entre estas relaciones encontremos tanto vínculos sanos como vínculos insanos. Ambas categorías son los polos de un continuo, es decir, no son excluyentes entre sí al 100%. Es posible que un vínculo sano se transforme en uno insano. También puede ocurrir, aunque con menor probabilidad, lo contrario. Igualmente, un vínculo puede situarse a mitad de camino entre ambos polos, incluyendo rasgos sanos e insanos.

Si analizas los vínculos que tienes o has tenido en tu vida, ¿crees que podrías identificarlos como sanos o insanos? A continuación, encontrarás una serie de pautas para aprender a hacerlo. ¡Vamos a intentarlo!

¿CÓMO SABER SI NUESTROS VÍNCULOS SON SANOS O INSANOS?

En pocas palabras, ¿qué es un vínculo sano y un vínculo insano?:

  • Vínculo sano: mayoritariamente, genera emociones agradables y se construye desde la libertad y el amor.
  • Vínculo insano: principalmente, aporta emociones desagradables y se crea desde la obligación o la necesidad.

A continuación, encontrarás el listado de los 11 imprescindibles en un vínculo sano, es decir, aquellas cosas que debe haber (o no haber) en una relación para ser considerada sana (o insana).

  1. Es un vínculo elegido, desde la libertad y el amor, desde el “quiero” y no desde el “debo” o “necesito”.

Cualquier relación establecida o mantenida desde la obligación o la necesidad no puede considerarse un vínculo sano.

Por ejemplo, una persona que comienza una relación de pareja motivada por la idea de no estar solo/a, no está eligiendo libremente ese vínculo, sino que está actuando desde la necesidad de evitar la soledad, desde sus carencias.

Podemos encontrarnos con vínculos no elegibles como, por ejemplo, los que establecemos con nuestros familiares. Sin embargo, sí es elegible la manera en que decidimos relacionarnos con ellos.

Por ejemplo, ante una situación de maltrato, una persona puede decidir desvincularse de su progenitor, pese a su lazo biológico.

  • Es una relación que, en general, produce emociones agradables.

Toda relación, por sana que sea, puede producir emociones desagradables. No obstante, si nuestro vínculo es sano, la balanza se inclinará hacia las emociones agradables.

Cuando el vínculo existente es insano, suelen primar emociones como la culpa, la frustración, la tristeza, el miedo, la ira y  la desesperanza.

  • Se acepta su naturaleza cambiante.

Como se ha mencionado, los vínculos son dinámicos, sufriendo cambios en función del paso del tiempo, la madurez de las personas, las circunstancias, las nuevas etapas o los eventos vitales.

Cuando el vínculo es sano, ambas personas aceptan la naturaleza cambiante de su vínculo, tratando de adaptarse a ella. Sin embargo, cuando el vínculo es insano, este dinamismo se percibe como una amenaza y las personas lo viven desde el miedo y la inseguridad.

Por ejemplo, suele ocurrir en las relaciones de amistad de toda la vida. Si una pareja de amigos desde la infancia no se adapta a los cambios propios de su crecimiento y madurez, continuará con las expectativas de etapas vitales anteriores, lo que podrá generar desacuerdos y afectar a su relación.

  • Juntos y separados al mismo tiempo.

Ni 100% fusionados ni 100% independientes. Es fundamental un equilibro en este sentido para construir un vínculo sano.

Estar unidos de manera sana implica tanto fusionarse en algunos momentos como ser independientes en otros. Compartir unas parcelas de la vida, pero, al mismo tiempo, disponer de otras por separado. Poder elegir cuándo compartir esas otras parcelas y cuándo no.

  • Priman la igualdad y el equilibrio.

En un vínculo sano, ninguna de las dos partes es, exclusivamente, la parte activa o pasiva de la relación, sino que ambas personas se mueven en este polo.

Es natural que una persona sea más activa en un área, al tiempo que la otra es más pasiva, y viceversa. Sin embargo, que una parte siempre sea activa y, la otra, siempre pasiva, es una señal de alarma de un vínculo insano.

Por ejemplo, cuando una persona se adapta a todas sus relaciones porque es “muy flexible, muy tolerante, muy buena, le gusta agradar al resto…”, suele esconder una dificultad para valorar su propio criterio y un miedo a romper el vínculo con los demás al imponerse. Es decir, su vinculación no está siendo libre.

  • Las partes se ofrecen comprensión y flexibilidad.

En un vínculo sano, se comprende que ambas partes no son perfectas y, por lo tanto, reina la comprensión y la flexibilidad. Se acoge a la otra persona, en sus cualidades y en sus defectos, tratando siempre de ayudarla y sumarla.

Sin embargo, cuando se critican de manera no constructiva los defectos de la otra persona, se usan como un medio de discusión, o se pretende moldear a la otra persona a nuestro antojo, claramente es un vínculo insano.

  • Existe una relación de crecimiento y aprendizaje mutuo, interno y externo a la relación.

En un vínculo sano, se busca el crecimiento propio y de la otra persona, tanto dentro como fuera de la relación. Mejorar no es entendido como una amenaza, como un cambio que puede atentar contra la pareja. Siempre se busca sumar.

Incluso cuando estos cambios puedan, en parte, dificultar aspectos de la relación, prima el deseo de que el miembro en cuestión de la pareja logre su objetivo.

Por ejemplo, suele ocurrir en las relaciones de parejas, con situaciones como tener que distanciarse uno de los miembros un año de la ciudad en la que residen para lograr su meta profesional.

  • Prima la asertividad.

¿Qué quiere decir esto?: existe comunicación asertiva, se defienden los propios derechos y se respetan los de la otra persona, y hay libertad para establecer límites.

Las personas que componen un vínculo sano tratan, en la medida de lo posible, de comunicarse desde la asertividad, y nunca desde la pasividad o agresividad. ¿Quiere decir esto que si el 100% de las veces no lo cumplimos tenemos una relación insana? No, pueden existir circunstancias en las que, por algún motivo, tendamos a la pasividad o a la agresividad, pero no puede ser la norma.

De la mano de lo anterior, en un vínculo sano existe una norma implícita de respeto de los derechos de la otra persona, así como de la defensa de los propios. Cabe señalar que ambas partes son fundamentales, es decir, si en una relación un miembro respeta perfectamente los derechos de la otra persona, pero no es capaz de defender los suyos, deberíamos ver qué está pasando. En este caso, no tiene por qué haber un impedimento por la otra parte, puede que sea la propia persona quien no se ve en el derecho de defenderlos, pero, aun así, debe atenderse a ello hasta lograr el equilibrio.

Asimismo, ambas partes se sienten libres de poner sus límites y, al mismo tiempo, respetan los de la otra persona, entendiendo que poner límites es una parte sana de la relación. Al igual que en el caso anterior, ambas partes son necesarias. Respetar los límites de la otra persona, pero no ser capaz de poner los propios es, igualmente, una señal de alarma.

  • Las discusiones, aunque más desagradables, siguen siendo conversaciones.

Cuando el vínculo es sano surgen, igualmente, discusiones, la diferencia radica en la forma de éstas. En línea con el imprescindible anterior, se discute desde el respeto, la escucha de la otra parte, la búsqueda de puntos comunes y la resolución del conflicto. Se permiten las emociones desagradables de la otra persona, se dan los tiempos necesarios y, sobre todo, prima el deseo de sanarse, en lugar del deseo de dañarse.

No se discute desde la culpa, la crítica, la actitud defensiva, el desprecio, el chantaje emocional o la manipulación. Todas estas conductas son indicativas de un vínculo insano.

  • Se desprenden del pasado.

La adecuada gestión de los conflictos no solo implica su abordaje desde el respeto y la comunicación asertiva, sino también la capacidad de continuar la relación desprendiéndose del pasado.

Una relación en la que constantemente se recuerdan las problemáticas del pasado y, además, se usan para avivar las discusiones, no es sana. Esta dinámica acaba generando fuertes emociones desagradables en ambas partes, denotando, además, un sentimiento de desconfianza que inunda la pareja e impide que continúen creciendo.

  • Ambas partes tienen sus mochilas resueltas.

El modo de vincularnos con los demás está directamente relacionado con nuestras vivencias y relaciones previas. Es un acto de responsabilidad afectiva conocernos y detectar cuándo algún evento o vínculo de nuestra vida está afectando negativamente a nuestras relaciones actuales. Conocer nuestras carencias derivadas de nuestras experiencias previas es fundamental para entablar relaciones sanas, evitando depositar en el otro el deber de suplir y sanar dichas carencias.

¿Quiere decir esto que nada de nuestras relaciones anteriores puede afectarnos y que debemos tener todo controlado? No. También es un acto de responsabilidad afectiva entender las limitaciones de la persona que tenemos al lado y ayudarle.

Por ejemplo, una persona que ha sufrido una infidelidad en una pareja anterior puede experimentar sentimientos de inferioridad y tener conductas de control y comprobación en su pareja actual. Lo ideal sería que actuaran como un equipo: la persona en cuestión debería trabajar en esta problemática y su pareja ayudarle, dentro de la lógica, a superarlo.

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