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Opiniones y testimonios reales de nuestros pacientes

Tomar la decisión de trabajar por uno mismo quizá es de las decisiones más importantes para nosotros, no por su dificultad sino por las consecuencias que tendrá en nuestra vida. Estamos cargados de mitos y creencias sobre la terapia, la psicología, el trabajo personal y ello nos genera miedo y reparo a la hora de decidirnos. Priorízate en la vida. No hay nada más maravilloso que poder sentirte bien contigo mismo y con tu camino en esta vida.

Opiniones y testimonios reales de nuestros pacientes

Tomar la decisión de trabajar por uno mismo quizá es de las decisiones más importantes para nosotros, no por su dificultad sino por las consecuencias que tendrá en nuestra vida. Estamos cargados de mitos y creencias sobre la terapia, la psicología, el trabajo personal y ello nos genera miedo y reparo a la hora de decidirnos. Priorízate en la vida. No hay nada más maravilloso que poder sentirte bien contigo mismo y con tu camino en esta vida.

Aquí encontrarás opiniones y experiencias TOTALMENTE REALES de pacientes que esperamos puedan ser de tu ayuda. Los textos se han copiado sin cambiar ni una palabra y debido a que hay que preservar la confidencialidad de cada uno de ellos no aparecen los nombres reales de las personas que lo han escrito. Si quieres compartir tu experiencia sólo tienes que escribirnos.

Reseñas de google business

  • Trato excelente y cercano ,para nosotros ha sido muy importante este año en nuestras vidas ,gracias a ella vamos superando los pequeños baches que te planta la vida ,la recomiendo al cien por cien y encima de ser buena en su trabajo es encantadora como persona ?

    Marta Ramartínez Avatar
    Marta Ramartínez

    Una profesional excelente. Se involucra mucho en el tratamiento y gracias a ello consigue que uno obtenga resultados. Da un trato cercano e inmejorable que hace a uno sentirse en confianza y sin ningún miedo a compartir cualquier clase de asunto personal.

    Álvaro Rodríguez Avatar
    Álvaro Rodríguez

    Desde hace unos años he tenido el gusto de poder contar con la ayuda de Ana. Gracias a ella he podido entender el por qué de muchos sucesos que invadían mi vida y no me dejaban salir adelante. Cuando uno conoce a personas así comprende que el trabajo no es simplemente trabajo, sino vocación…

    Alba Gallego Avatar
    Alba Gallego
  • Me siento agradecido a Ana por haberme podido ayudar a entender mi problema (ansiedad), a dejar de juzgarme a mi mismo y a poder poner soluciones prácticas a lo que me estaba sucediendo. Sin duda si vuelvo a necesitar ayuda en algún momento, recurriré a ella. Además es cercana y te hace sentir como en casa. Gracias!

    Javier Fernández Avatar
    Javier Fernández

    Excelente profesional. Todo correcto.

    Ricardo alocén Avatar
    Ricardo alocén

    Muy muy muy contenta con el trabajo que Juan ha hecho conmigo. Es un excelente profesional además de una gran persona. Se agradece la cercanía y la comprensión que ha tenido conmigo desde el primer día. Lo recomiendo muy mucho!

    María Fernandez Avatar
    María Fernandez
  • Trato excelente y cercano ,para nosotros ha sido muy importante este año en nuestras vidas ,gracias a ella vamos superando los pequeños baches que te planta la vida ,la recomiendo al cien por cien y encima de ser buena en su trabajo es encantadora como persona ?

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    Marta Ramartínez
  • Una profesional excelente. Se involucra mucho en el tratamiento y gracias a ello consigue que uno obtenga resultados. Da un trato cercano e inmejorable que hace a uno sentirse en confianza y sin ningún miedo a compartir cualquier clase de asunto personal.

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    Álvaro Rodríguez
  • Desde hace unos años he tenido el gusto de poder contar con la ayuda de Ana. Gracias a ella he podido entender el por qué de muchos sucesos que invadían mi vida y no me dejaban salir adelante. Cuando uno conoce a personas así comprende que el trabajo no es simplemente trabajo, sino vocación…

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    Alba Gallego
  • Me siento agradecido a Ana por haberme podido ayudar a entender mi problema (ansiedad), a dejar de juzgarme a mi mismo y a poder poner soluciones prácticas a lo que me estaba sucediendo. Sin duda si vuelvo a necesitar ayuda en algún momento, recurriré a ella. Además es cercana y te hace sentir como en casa. Gracias!

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    Javier Fernández
  • Excelente profesional. Todo correcto.

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comentarios de doctoralia

testimonios de nuestros pacientes

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Al ir abandonando mi niñez me fui haciendo consciente de mis dificultadas para relacionarme con mis congéneres, para establecer lazos de intimidad, para reconocer y defender mis derechos, para afrontar ambientes o situaciones que identificaba como potencialmente peligrosas.

En realidad mi cabeza casi siempre detectaba peligros en cualquier tipo de relación humana. Relación con otras personas=conflicto=gritos=violencia. En consecuencia buscaba expresarme al amparo de los grupos. Me causaba conflicto estar a solas con alguien que no fuera de mi círculo más íntimo.

Supongo que esa idea, esa conexión relación humana -> peligro, estaba muy dentro de mí y afloraba con renuencia. Nací primogénito dentro de una familia que no supo darse amor y cariño y que caían día sí, día también en los gritos, los insultos y la violencia verbal. Creo que eso no lo entendí y me condiciono.

Relacionarme sin ansiedad con otras personas fue uno de mis mayores caballos de batalla, fuente de continuos conflictos. Las bellas y atractivas mujeres sobre todo… pero era incapaz de intimar con ellas. Miedos, ansiedades, autoestima se cruzaban siempre por el camino.

Pero apareció ella y mi vida cambio. Apareció el amor, la confianza, el sexo, … También los primeros conflictos de pareja, claro. Y con ellos se vino abajo mi forma de afrontar mis ansiedades. Hice crisis, no pude o no supe gestionar todo: casa, amor, trabajo, amigos… y acabe acudiendo a un profesional, a un psiquiatra.

De esto hace ya casi diecisiete años, mucho tiempo. Momentos buenos, regulares, peores o mejores. La medicación con la que sigo hizo su trabajo, y hablando con mi psiquiatra fue surgiendo la idea de acompañar al tratamiento farmacéutico con el trabajo con un psicólogo, de trabajar mis pensamiento, mi expresión …

Ahí empezó mi relación con Ana. Bueno este testimonio tiene la finalidad de relatar mi experiencia en terapia con ella.

Ana es una persona sabia, ve los actos de la personas y no los juzga, los entiende, es libre en sus actos y pensamientos y te lo trasmite, te trasmite serenidad y es tan fácil hablar con ella.

Pero ¿Qué he aprendido? ¿De qué me ha servido? ¿Soy el mismo que entro en su consulta hace 2 años?.

No soy el mismo, en mi mente, en mis pautas y protocolos hay pensamientos nuevos, hay formas distintas de interpretar la realidad (“mi realidad particular”). Eso no quiere decir que hayan desaparecido los viejos pensamientos, pero ahora se tienen con los nuevos y a veces pierden.

Quizá la idea más poderosa es que la felicidad está en mí, que lo que yo haga de bien o mal depende de mí, que no sirve de nada buscar culpables. Que puedo cambiar mi forma de actuar, de pensar, de querer. Que sigo siendo yo o incluso más yo que nunca porque me puedo liberar de creencias negativas e infundadas.

He descubierto que soy una persona emocional y que eso no es malo, con los esfuerzos que he hecho a lo largo de mi vida por negarlo. Que soy más sensible de lo normal, que detecto malestares, situaciones, … que otras personas pasan por alto.

Ah y que tengo derecho a ser feliz y obligación de cuidarme.

Que interactuar con la gente es positivo, y que lo que suceda en esa interacción depende mucho de la actitud con que afronte esa relación, de cómo interprete el baile y de que quiera bailar con esa persona.

Las benditas emociones que llegan de improviso y cambian tu estado, aprender a conocerlas, a no negarlas y a canalizarlas es algo en lo que Ana ha tenido gran influencia.

Sus consultas son mágicas, cuando menos te lo esperas saca un conejo de la chistera, y lo mejor es que ese conejo siempre ha estado ahí, y que su magia no es magia, es la vida misma.

Gracias Ana.

Javier Martínez

Llevaba años sabiendo que tenía que ir al psicólogo. No es que me diera vergüenza asumir lo que me pasaba, pero me costaba dar ese paso. Contarle a un desconocido todos tus problemas para mí suponía una tarea difícil. Después de mucho buscar encontré a Ana. Desde el primer momento que vi su foto en Internet me transmitió confianza. No sé explicarlo pero hubo algo que me decidió llamarla.

El primer día iba con mucho miedo, pero desde el primer momento que entré a su consulta me sentí cómoda con ella. Me transmitió mucha confianza y gracias a ella he podido enfrentarme a una prueba que me daba terror, y poco a poco voy superando cosas.

Sé que me queda mucho camino todavía y que no va a ser fácil, pero ella me da muchos consejos y lo mejor de todo es que hay muchas herramientas para poder enfrentarte a todos los problemas de la vida.

Todo el mundo tiene problemas y a veces no podemos solucionarlos por nosotros mismos, y lo mejor que se puede hacer es buscar la ayuda de un profesional que nos guíe y nos ayude en esos momentos. Animo a todo el mundo que se encuentre en una situación difícil a que busque ayuda porque yo lo he hecho y no me arrepiento.

Mi experiencia con Ana ha sido muy positiva. Me la recomendó mi psiquiatra para complementar mi tratamiento por TAG (Trastorno por Ansiedad Generalizada). Venía con mucha ansiedad y ataques de pánico y me estaba medicando, pero las pastillas ayudan solo hasta cierto punto.

Con Ana empezamos a tratar mi miedo a dormir y a la muerte. Por problemas familiares, sentimentales y laborales todos acumulados durante un tiempo empecé a estar muy estresada y todo estallo una noche en la que pensé que si dormía no despertaría (tengo un problema de apnea).

Ana me enseñó técnicas para calmar mi ansiedad y enfrentarme a las situaciones que me daban miedo. Iba progresando poco a poco y notaba mejoría, por ejemplo durante ese tiempo me despidieron del trabajo y me compré una casa.

Gracias a la terapia con Ana ninguna de estas situaciones me generó ansiedad aunque si algo de nervios pero pude enfrentarme a ellas de una manera que no habría podido antes.

Ahora puedo decir que soy una mejor versión de mi misma, he madurado y aprendido mucho y se mejor lo que quiero, y sobre todo perdí el miedo a la muerte (que no el respeto) y vivo mucho mas feliz y disfrutando del día a día.

Gracias Ana!

A lo largo de la vida han surgido infinidad de problemas, imprevistos contratiempos, incluso tonterías que fuimos alargando con nuestra infinita ignorancia, hemos querido hacernos los fuertes, por orgullo, o por miedo al que pensaran, y a pesar de tener mil amigos hemos sido incapaces de refugiarnos y contar nuestros problemas, abrir nuestro corazón de par en par y explicar lo que sentimos, podemos dar un giro y abrirnos, y nuestros cercanos harán lo posible por animarnos, pero el cerebro es una máquina que hay que saber manejar, y para eso hay personas que han dedicado su vida a conocer mejor ese mundo, para poder ayudar a gente con miedos, como he tenido yo, que habré tenido dos, pero me han durado 27 años, un día me puse a rebuscar por internet, y di con una persona que trabajaba al lado mío, seguro que no fue casualidad, su nombre es Ana, y dudo mucho que pudiera encontrar alguien mejor, ella se amoldó a mi horario de trabajo para poder escucharme, para que yo pudiera hablar con ella, explicarle mis miedos mis incertidumbres, yo le conté mis problemas y ella me enseño sus conocimientos he hizo que yo poco a poco perdiera el miedo, ella me mandaba mensajes cuando sabía que yo estaba mal para animarme, cuando no tenía porqué hacerlo, ella ha sido la persona a quién yo más le debo ahora, aunque sea su trabajo, sabe trabajar, todos necesitamos un cable alguna vez, yo he necesitado muchos, y mucha paciencia, y a ella le sobra, ella es agradable es simpática, es comprensiva y sabe ponerse en tu piel a la perfección, y aunque parezca que si no me paga por poner esto, ( risas ) simplemente sabe hacer su trabajo, solo hay una vida, y si sabes en quién confiar sabrás vivirla, yo me he sorprendido a mi mismo haciendo cosas que jamás pensé que haría, y es todo gracias a ella, un compi me dijo una vez que “si piensas que un profesional te sale caro, contrata a un incompetente” esa frase es muy sabia, aunque para el provecho que le sacas no es nada caro el trabajo con ella, ánimo.
Jonathan D.T

Hace más de un año empecé mi terapia porque llorar era mi día a día, mi baja autoestima me hacía sentirme incapaz de tomar decisiones y de valorar las cosas positivas. Ahora gracias a sus consejos, todo eso ha cambiado, ya no vivo lamentándome y he encontrado la fuerza que para cambiar las cosas que creí que no tenía. Todavía queda camino pero sé que cuento con una gran profesional para lograr la meta final ya que me siento en buenas manos.

En el momento en el que contacte con Ana, me encontraba en un momento totalmente perdida.
Sabía que hacía cosas que no me hacían sentir bien, tenía sentimientos y pensamientos que no entendía y que me hacían “infeliz”.
Era una especie de amasijo infranqueable.
Ana consiguió poco a poco desmenuzar ese amasijo que creía invencible.
Darme las herramientas necesarias para poder hacer frente a mis miedos, a mis inseguridades, y lo mas increíble de todo era la satisfacción de sentir que semana tras semana ,iba cumpliendo los objetivos ,superándome a mi misma.
Ana me dio la confianza para creer en mí, la fuerza para ir enfrentándome a aquellas cosas que me hicieron llegar hasta ella, incluso los días en que mis pensamientos me jugaban una mala pasada y me daban ganas de abandonar mis objetivos.
Me enseño a luchar contra el miedo, ha permitirme caer un día sin “fustigarme” pero al día siguiente levantarme con mas fuerza.
El camino para cambiar esas cosas tan arraigadas a nosotros mismos ,no es fácil, por ello muchas veces necesitamos a un especialista como Ana, que nos guíe y nos ayude, no hay nada de malo en ello.
En mi caso es una de las mejores decisiones que he tomado.

He estado acudiendo a la consulta de Ana durante 1 año y medio. Llegué a su consulta bastante mal, incluso cuando hable con ella por teléfono mi situación era de una profunda tristeza y unas ganas de llorar constantes. Soy un hombre de 30 años que lo ha pasado mal durante muchos momentos.

De pequeño sufrí abusos sexuales, mas tarde en la adolescencia sufrí abusos por parte de todo el mundo en la escuela, lo que es conocido como bullying. Este bullying de alguna manera se mantuvo siempre latente. Forjó en mi una personalidad sumisa y tímida . Mis niveles de autoestima y confianza siempre estaban bajos. Y ante esta situación yo siempre dí una total normalidad. 

El haber ido a la consulta de Ana me ayudado de forma sustancial. Llegue a la consulta casi sin poder expresarme y llorando. Ana me dio una gran confianza. Abrí mi corazón con ella y le conté cosas que no le había contado a nadie. Cosas que tenía muy dentro de mí y necesitaba sacar. 

Llegué super motivado. Me ayudó a estar mucho más motivado, a tener objetivos en mi vida, a saber lo que quiero. Me ayudo a saber que he de defender mis derechos, y siempre hacerlo de una forma asertiva. Me sentí mucho mas liberado y me siento feliz de haber tomado el paso de ir a terapia con esta gran profesional. Sobre todo por que desde el primer momento me di cuenta de lo implicada que estaba. También muchas veces he pensado que mi problema se podría haber atajado mucho antes, cuando yo pase mis problemas en mi adolescencia (pero no se puede dar marcha atrás). Por eso recomiendo, ante una situación de dificultad, no pensar que las cosas se van a solucionar solas. Lo mejor es acudir a un especialista.

La parte más difícil de iniciar un proceso terapéutico es precisamente eso, decidir empezarlo.

Me llevó casi 10 años encontrar el valor de pedir ayuda, y no me arrepiento de haberla pedido finalmente. Comencé la terapia como una persona muy insegura, llena de dudas sobre mis habilidades y sobre lo que los demás pensaban de mí, con muchas heridas del pasado que se negaban a sanar y me bloqueaban en el día a día, a ser alguien capaz de tomar decisiones, que no se hunde si lo que quiere hacer no sale como espera, contenta consigo misma y bastante más feliz que cuando la empecé. Recomiendo a cualquier persona que sienta que se ahoga pensando en sus problemas que busque ayuda, porque muchas veces los problemas los creamos nosotros mismos y necesitamos que alguien nos ayude a darnos cuenta de cómo salir de ese círculo vicioso.

Hace algunos años comencé una relación de pareja a distancia. El hecho de vernos poco, tener que cuadrar agendas y vuelos para estar juntos, etc., me provocaba mucho estrés, inseguridad y no conseguía disfrutar de la relación, hasta el punto de llegar a tener crisis de ansiedad.

Necesitaba que un profesional me enseñara a reconocer mis emociones negativas y ponerlas en perspectiva. Entender cuáles de estas emociones eran exageradas, si tenían algún sentido y reconducirlas. Me di cuenta de que había mucho más atrás que lo que me provocaba esta relación, y que esto había sido sólo un detonante. Trabajamos mi autoestima, me ayudaron a ser consciente de mis puntos fuertes y reforzarlos (entre otras cosas).

Poco a poco y con mucho trabajo (porque no se puede tener una actitud pasiva, hay que hacer ejercicios y seguir las pautas marcadas por tu psicólogo a “rajatabla”), conseguí ser una persona más segura de mi misma, conocedora de mis emociones y más optimista. Aprendí que la vida es del color del que yo lo quiera ver. Desde que obtuve el alta por parte de mi psicóloga, la vida me ha hecho pasar por situaciones muy complicadas, pero gracias a todo lo que aprendí en terapia, he sabido sobrellevarlas sin ansiedad ni miedos exagerados. Hoy me siento muy orgullosa de mí misma!!!

Llegué a la consulta con mucha ansiedad y estrés por esta vida que nos toca vivir: trabajo, casa, niños, deberes, etc. ¿Tenemos que ser super woman? Expliqué los motivos que me hacían sentir tan mal y tras una serie de pautas que me marcaron, poco a poco fui mejorando. Hay circunstancias de tu vida que no puedes cambiar pero si aprendes a aceptarlo, tu actitud hacia ello cambia y no te produce la ansiedad inicial.

A partir de ese momento, en el que me empece a encontrar bien, pensé en los prejuicios tan tontos que tenemos por venir a pedir ayuda a estos estupendos profesionales.¿No vamos al médico para que nos ayude a tener una buena salud física? ¿Por qué no hacerlo para una salud mental?

Busqué ayuda en la terapia de Ana recomendado por un compañero de trabajo. En mi caso me sentía tremendamente inseguro respecto a si mi pareja era con quien quería compartir el resto de mi vida. Su trabajo me ayudó, de raíz, a desgranar aspectos más profundos de mi persona: mi autoestima, la forma de comunicarme con los demás, programar mi tiempo, aprender a marcarme objetivos, identificar pensamientos negativos e inútiles, mantener la opinión de los demás a una distancia prudente, y un largo etcétera.

Enseguida comencé a sentir un mayor control sobre mi bienestar. Para mí ha sido como haber hecho un Máster en psicología de mí mismo, de una forma sana y saludable. Por supuesto que aún tengo cosas que mejorar, pero sé que cuento con las herramientas para hacerlo. Siento gratitud hacia Ana al haberme dado técnicas y conocimientos importantísimos para el resto de mi vida.

Cuando comencé a ir a la consulta de Ana tenía la autoestima por los suelos, apenas salía de casa si no era para ir al instituto, estaba muy perdida sentimental y emocionalmente. Había sufrido un aborto unos meses atrás y realmente no lo había superado.

Al principio Ana me ayudó a superar el aborto y a dejar marchar esa tristeza que sentía por mi acto; cuando conseguí dejar atrás este sentimiento de culpa, las consultas me fueron ayudando a sentirme un poco mejor conmigo misma, a disfrutar más los pequeños detalles de la vida como escuchar una canción que te gusta o simplemente pasear y que el viento te acaricie. A veces necesitamos tanta ayuda y en realidad no nos damos cuenta hasta que vemos todo lo mal que estamos por dentro.

Gracias a esto pude seguir con mi vida, superé las malas relaciones que tuve en el pasado y aprendí a elegir lo que realmente me hace feliz.

Llevaba tiempo pensando en ir a un psicólogo, algo no iba bien, pero no le quería dar importancia y por eso no me decidía… hasta que todo lo que llevaba dentro explotó, por así decirlo… La terapia me está ayudando muchísimo, no solo para superar todo lo que me ha ocurrido, si no también para conocerme a mi mismo, valorarme, no exigirme, quererme y en definitiva, para vivir mejor y más feliz, evitando que las cosas puedan volver a repetirse, que es quizás lo mas importante. 

Ya voy entendiendo lo que ocurre y por que ocurre cuando le das miles de vueltas a las cosas, te juzgas y te sientes mal, y eso junto con otras herramientas que te enseñan en la terapia hace que tu vida sea mucho mejor contigo mismo, ya que el protagonista eres tú. Ahora para ser sincero estoy deseando que llegue mi visita semanal a Ana, no por que sea un encanto de persona, que también, sino por lo bien que salgo de la visita (me quedaría allí unas cuantas horas mas…), por lo que me ha ayudado, me está ayudando y me ayudará, ya que pienso seguir visitándola una temporada. Sin lugar a dudas, cuando ahora hablo con la gente sobre estos temas, siempre opino lo mismo, que todo el mundo debería ir a ver a un psicólogo de vez en cuando, y por supuesto no esperar tanto como hice yo.

Que te ayuden y te escuchen sin juzgarte, que te miren a los ojos y puedas hablar y llorar y sientas que entienden lo que estás pasando… esto es lo que me pasa a mi con Ana.

Me está ayudando a que debo ser yo quien se haga cargo de mi vida y afronte mis miedos, que son muchos…

Sin duda Ana empatiza muy bien, y para ella no eres una más, eres tú.

Apenas llevo tres meses acudiendo a terapia. En mi caso fue por una separación matrimonial, y me sentía muy perdida, deambulaba dando tumbos y no era capaz de ordenar mi cabeza. Tenía muchos miedos, muchas inseguridades, sentía que no podía sola afrontar lo que me esperaba, daba vueltas por casa sin saber que tenía que hacer, me creí que no valía nada sino estaba con esa persona. Cuando estaba dentro de la relación, no era consciente del daño que me estaba causando, y en cierto modo el motivo fui yo por no ponerle límites a las cosas.

Decidí acudir porque creía que sino iba a caer en una depresión y yo soy una persona que cree en la psicología, y que con las debidas herramientas puedes llegar a mejorar mucho tu estado de ánimo. Recuerdo el primer día como un día tan lejano que parece que hubiera pasado mucho tiempo, en cambio solo han sido tres meses. Ana es una persona con la que es fácil conectar, empatiza contigo al instante (al menos en mi caso) y me siento muy cómoda en cada sesión. Gracias a las sesiones estoy entendiendo porqué me sentía así, también soy consciente de mis miedos e inseguridades y que debo trabajar en ello para que no se vuelva a repetir una situación parecida, que sí que valgo y que solo debo creérmelo más.

He retomado las riendas de mi vida, y ahora me siento fuerte e ilusionada con mi nueva etapa, vuelvo a ser la persona que fui pero en una versión mejorada. A nivel personal estoy muy contenta con este centro, todos en algún momento de nuestra vida necesitamos ayuda, y no hay que pensar que estamos locos,son herramientas para evolucionar como personas.

Yo acudí a la consulta de Ana porque me di cuenta que por el camino que iba no estaba bien. Tenía un trauma que debía superar como fuera, costara lo que costara, ya que era la única forma de seguir adelante.

Hace ya casi cuatro años tuve una pareja que me maltrataba, y yo siendo tan pequeña, porque apenas tenia 14 años de edad, pensaba que eso me lo había ganado yo. Aguanté durante un año golpes, insultos, me intenté quitar la vida varias veces, pero nunca conseguía una solución o algún tipo de esperanza que me ayudara a salir de ahí. Mi vida se basaba en depresiones, en tristeza y soledad. Hacía tres años atrás falleció mi abuela, la persona en la que yo siempre me apoyaba, mi pilar fundamental. No tenía nadie con quien hablar de lo que me estaba sucediendo, ya que él me había alejado de todas mis amistades y con mis padres no podía hablar de ello, porque pensaba que la culpable era yo. A raíz de eso empecé a cambiar mi comportamiento en casa, me volví una niña más contestona, fría, depresiva, solitaria… Y como era de esperar, mis padres se percataron de que algo no estaba bien, que me tenía que estar pasando algo, pues de un momento a otro cambié radicalmente mi forma de ser, ya no era la niña cariñosa y amigable de antes. Encontraron moratones en mi cuerpo, y yo siempre ponía alguna escusa como “me habré dado durmiendo con la cama”, “me he caído cuando venía a casa”, al principio me creyeron, al cabo del tiempo ya no. Me autolesionaba para evitar que los ataques de ansiedad me cogieran fuerte, pues odiaba el dolor en el pecho que dejaba y el sentir que me ahogaba, aunque fuera todo lo contrario. En una de las veces que mi ex pareja me estaba golpeando, me ahogó, me desmayé y sentí que el mundo se me venía encima, que era mi fin, pero no fue así.

Mis padres me llevaron con Ana, mi ex psicóloga, que me ayudó a salir adelante con sus terapias y consejos, y en ese tiempo que pasé con ella, que fue bastante, más que mi psicóloga se convirtió en mi amiga. Gracias a ella he aprendido muchas cosas buenas, y cosas también que no debo hacer. Por lo que me pasó y por la ayuda que me otorgó, en el futuro quiero estudiar la carrera de psicología, porque así como Ana me ayudó a mí, yo quiero ayudar a personas que pasen por la misma situación que yo pasé o por diferentes.

De todo se puede salir, todo se puede superar en esta vida menos la muerte. Siempre habrá un motivo o muchos para seguir adelante, solo es cuestión de encontrarlo, de tomar el tiempo que sea  preciso para que el río vuelva a su caudal. Ahora yo tengo 17 años, de vez en cuando sigo necesitando ayuda, y me cuesta pedirla, pero al final lo acabo haciendo, porque solo no se puede salir de todo, necesitamos un apoyo. Si tienes un problema no dudes en hablar de él, pues así te sentirás mucho mejor, más aliviada.

Espero que mi historia haya servido para que esas personas que necesitan de alguien, den el paso para hacerlo, si no puedes solo toma un momento y respira, grita con fuerza, “¡Necesito ayuda!” y dejate ayudar. 

Acudí a mi terapeuta porque mi vida era un laberinto y mi día a día era emocionalmente doloroso. Al llegar a la barrera psicológica de los cuarenta se habían intensificado muchas cuestiones latentes, y seis meses antes de iniciar mi terapia había presentado un cuadro de ansiedad, paliado con medicamentos, que me movilizaron a buscar ayuda.
Tenía muchas preguntas sin respuesta y para mí las respuestas a esas preguntas eran de vital importancia, porque representaban la diferencia entre encaminar mi vida por el camino acertado de la felicidad o por el equivocado de la soledad, la pobreza, y el sufrimiento. Y el rumiar sobre estas interrogantes en un bucle obsesivo me robaba energía, me quitaba el sueño, me dificultaba la digestión, me afectaba la libido, me hacía sentir viejo… Para complicar las cosas, no me resultaba claro cuáles respuestas eran genuinamente mías y cuáles eran las que otros esperaban de mí.
Mi terapeuta me ayudó a definir mis objetivos y prescribió un plan de tratamiento en varios bloques. Cada uno abordaba un tema de la psicología que se relacionaba con una faceta de mi problema. El enfoque era a la vez pedagógico y práctico, abordando la teoría necesaria para comprender el problema, incluyendo una serie de ejercicios que ayudan a tomar consciencia de cómo el problema se manifiesta en el caso particular de cada uno, y culminando con técnicas prácticas para atacar el problema y desmontar el conflicto de una manera redonda y global.
Para mi sorpresa, antes de destapar el bote de cuestiones serias y transcendentales que yo traía a consulta, lo primero fue centrarnos en actividades agradables. Para mí fue como una bocanada de aire fresco, ya que se me permitía y se me prescribía divertirme, lo cual representaban momentos de tregua a la pesadez de mi día a día. Pasamos a identificar y a cuestionar los “deberías” que también traía conmigo a consulta y que no eran ni pocos ni ligeros.

Uno de mis objetivos era precisamente evaluar la racionalidad de mis pensamientos. Y durante nuestras sesiones se ha cuestionado mi manera habitual de pensar e interpretar lo que sucede a mi alrededor. Descubrí varias creencias irracionales que me bloqueaban e impedían “fluir” de manera más natural. Más aun, hemos desmontado una tendencia a la rigidez mental. Mi modelo del mundo era más bien cerrado y estático, mientras que ahora es más abierto y dinámico. He también aprendido que el permanecer anclado en la preocupación y en el pensamiento repetitivo no me lleva a ninguna parte y me hace daño. Lo beneficioso es canalizar esa energía hacia la acción.

Desde un punto de vista muy exterior y superficial la terapia no me ha cambiado la vida, en el sentido que mi terapeuta no tiene ni la capacidad de “resolverme” la vida ni una varita mágica para transformar mis circunstancias, aunque estoy seguro que hay personas que han observado un cambio notable en aquello que es observable de mí: mi manera de hablar, mi manera de conducirme… Si se acude a terapia en busca de esto, mejor es jugar a la lotería.

Pero desde un punto interior y profundo, vaya si me ha cambiado la vida. Es más, creo que hasta podría llamarla una metamorfosis, principalmente en mi manera de interpretar, de afrontar y de aceptar. Mis expectativas se han vuelto más sensatas. Mis “deberías” ya no operan tanto poder sobre mí. Mi capacidad de concentración, muy comprometida durante mis periodos de crisis, es ahora estable y continua. No he llevado a cabo ningunas de las revoluciones que pensaba necesarias para encarrilar mi vida. Mi pareja, antes relegada a prioridad de segundo orden, ha adquirido relevancia en mi vida. Sigo asumiendo mi compromiso con el bienestar de mis padres, pero me relaciono con ellos de una manera algo diferente, consciente de mi rol de hijo y permaneciendo realista sobre lo que puedo y lo que no puedo hacer, ya que no soy omnipotente. Sigo con mi trabajo, poco a poco creciendo dentro de la empresa, estableciendo límites a sus ilimitadas exigencias sobre mi tiempo y mi energía. He reconocido que necesito tiempo para fomentar mis bienestar físico y mental y para cultivar mis intereses. He afrontado mi situación financiera aceptando mis limitaciones y exigiendo contribución a quien(es) conviva(n) conmigo. Mi contacto con mis parientes y amigos también se ha normalizado, anteponiendo la calidad a la cantidad. Mi postura frente a la paternidad y mi aceptación frente a ella también han sido abordadas.
Pero lo más importante, y que en cierta manera resume todo lo anterior, es que he hecho las paces conmigo mismo y con mi historia personal. Ahora no tengo miedo a esa vocecilla que me cuestionaba y perseguía en cuanto estaba solo y contra la cual tenía que luchar. Mi práctica filosófico/religiosa paradójicamente se ha vuelto más fuerte y potente al enfocarse cada vez más en lo pragmático, lo que ayuda a mejor vivir, lo aplicable en el día a día sobre, y cada vez menos en creencias y dogmas.

Durante todo este tiempo he mantenido vivo mi hábito de la escritura como una herramienta para ayudarme a esclarecer mis pensamientos, para “ver” lo que pienso. He releído un poco de mi antiguo “yo” sorprendiéndome lo confundido que era mi discurso interior. Ahora yo mismo identifico dónde acertaba, dónde no y cómo puedo redireccionar mi pensamiento para ser más efectivo en la resolución de un problema y en sentirme mejor. He logrado “poner orden en casa”. Además, la terapia ha sido un vehículo para analizar una amplia gama de situaciones de la vida real y sobre mis aciertos y desaciertos a la hora de enfrentarlos. De ello he obtenido un valioso aprendizaje sobre buenos hábitos e higiene mental (incluyendo la gestión de las emociones) y sobre cómo desenvolverme e incluso defenderme, ya que está en mí el poder y la responsabilidad de cuidarme y protegerme. He adquirido la destreza de identificar mejor a quienes intentan manipularme o apropiarme sus problemas y a establecer límites. No tengo por qué hacerlo todo ni por qué llegar a todo.

Ahora me enfoco en aprovechar mi presente y mi futuro de la mejor manera posible y en tener la motivación que deseo para contribuir a construir mi bienestar. Me centro en relativizar y minimizar el malestar que me produce aquello no puedo evitar y en maximizar mi disfrute de las cosas, por insignificantes que parezcan.
Escribo esto a modo de testimonio para todas aquellas personas que dudan sobre emprender un proceso terapéutico o si, una vez en él, dudan sobre su capacidad de progresar y mejorar. Sí es posible.

Gracias a la terapia he aprendido muchas cosas pero, de todo ello, creo que lo más valioso ha sido aprender a plantarle cara a mis miedos.

Empecé a ir a terapia porque tenía mucha ansiedad, incluso tomaba medicación para intentar controlarla. Lo primero que aprendí fueron herramientas básicas para reducir esta ansiedad y sentirme un poco mejor, pero lo verdaderamente importante vino después. ¿De donde venía tanta ansiedad? ¿Por qué los miedos irracionales? ¿Por qué sufría tanto inútilmente? Poco a poco, y dedicándole tiempo y esfuerzo, entendí el origen de la ansiedad y me enfrenté a mis miedos irracionales.

Es impresionante experimentar cómo los miedos que te han atenazado toda la vida empiezan a esfumarse y hasta desaparecen. ¡Qué subidón de autoestima y de fortaleza personal! Para mi ha sido un avance crucial en mi vida. Llevo más de dos años sin tomar ni una pastilla para la ansiedad, controlo bien mis emociones, vivo tranquila, disfruto mucho más del día y a día y, sin duda, soy más feliz. Por supuesto, la vida me sigue poniendo a prueba, cada día surgen nuevos retos, situaciones y problemas a los que tengo que enfrentarme, pero estoy convencida de que las herramientas que he aprendido estos años en terapia me permiten hacerlo de una forma mucho más sana y positiva para mi.

Por eso, desde aquí  quiero animar a las personas que estén pensando iniciar una terapia o a las que hayan decidido hacerlo, es un proceso que requiere trabajo, esfuerzo y constancia, pero la recompensa que espera al final del camino merece totalmente la pena.

Gracias, Ana, por haberme guiado con tanto acierto y dedicación a lo largo de este viaje.

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