Preadolescencia – De ninfas a libélulas

Preadolescencia – De ninfas a libélulas

¿Que es la Preadolescencia ?

Dentro del desarrollo evolutivo de la infancia, este período es conocido también como de preadolescencia, contiene las edades comprendidas entre los 6 y 12 años. Se habla también como una edad puente o de tránsito, y con frecuencia a pesar de que dentro del mismo período encontramos el momento tan importante de la pubertad (época de la vida en la que los niños y las niñas experimentan cambios físicos y hormonales que marcan la evolución a la adultez), parece ser una etapa algo olvidada o menos mencionada.

Se habla siempre de la importancia de la infancia en el período de 0 a 6, y luego parece que hay un salto abismal, tras el cual nos pasamos directamente a la etapa adolescente, adentrándonos más o menos de golpe en los 12 ó 13 años.

Teniendo en cuenta la variabilidad individual entre cada niño o cada niña, podemos resumir diciendo que la etapa entre los seis y los doce años, es una edad puente con dos orillas bien definidas: la infancia más temprana y la adolescencia.

Hoy en día la frontera entre esta etapa y la adolescencia está cada vez más difuminada, apareciendo más prontamente. De hecho con frecuencia podemos escuchar frases de los padres y madres del tipo: “está ya adolescente total”, o “lo que le pasa es que le está entrando un pavo”… ((cuando a lo mejor tiene la criatura 7 u 8 años).

Se tiende a considerar este período, como una “etapa dorada”, ya que, en principio, no existen grandes sobresaltos y los padres y madres la viven con cierta tranquilidad. El apego y el carácter ya está formado (si bien nada es determinante ni está totalmente cerrado) y los principales hitos del desarrollo evolutivo ya se han alcanzado. Pero, por otro lado, a medida que se va recorriendo, y nos acercamos a la adolescencia, nos podemos encontrar con el desafío, siendo una etapa que despierta muchas sensaciones nuevas, emociones, alegrías, miedos…, dándose grandes cambios a nivel emocional y a nivel físico.

En este sentido, vamos a tener que acompañar a nuestros hijos e hijas, como lo haríamos en cualquier otro momento de cambio y transformación, algo que como ya sabemos no es tarea fácil. Van a tener que adaptarse (y adaptarnos) tanto a cambios cerebrales, hormonales, aparición de emociones más complejas y difíciles de manejar, así como importantes cambios físicos.

A grandes rasgos, es un momento en el que, si bien anteriormente, para los niños y niñas más pequeños, el primer grupo de referencia era sin duda la familia, aquel al que deseaban ser y pertenecer, ahora poco a poco, si la socialización fue una necesidad natural respetada y no forzada cuando comenzó en torno hacía los cuatro años, ahora el centro de atención y principal grupo de referencia cambia y pasa a ser el de los y las iguales.

Además, a partir de los ocho años aproximadamente vamos a apreciar, como va apareciendo el deseo de separase e irse independizando de los adultos, van a comenzar a plantearse la posibilidad de estar solos o solas, realizar alguna pequeña compra sin compañía, etc.

Se va observando también, que si bien van a tener momentos en que ambos principios coexistan (con las dificultades que de ello, pueden derivarse) pero se va a ir abandonando el “principio egocéntrico” (etapa en el crecimiento en el cual los niños y niñas, sienten que son el centro de todo aquello que le rodea y no consiguen desligarse de su visión individualista), hasta poco a poco ir llegando a un “principio de realidad”, como manera de autorregulación (les permitirá conocer su mundo, identificar las condiciones reales en las que se encuentran y los esfuerzos reales necesarios que deben hacer durante su vida, pensando en consecuencias lógicas. Por ejemplo, me gustaría estar más tiempo en el parque, pero mañana tengo que levantarme pronto par air al cole).

Podríamos decir, que gracias a la maduración cerebral que están teniendo, con el especial desarrollo del neo córtex y el sistema límbico, si bien, aunque todavía no tienen del todo interiorizados ciertas normas o límites, progresivamente, van madurando y comprendiendo, aunque les cueste inicialmente asumir, que se pueden ir llegando a consensos entre toda la familia. Van dejando atrás un mundo de magia y fantasía, viendo las demandas y exigencias del mundo real.

Como padres y madres, algunos consejos que nos pueden servir para acompañar a nuestros hijos e hijas en esta etapa, pueden ser los siguientes:

  • Mantener la serenidad, respetando y adaptándonos al ritmo individual.
  • Anticiparse e ir explicando los cambios físicos y emocionales esperables de esta etapa, informando, tranquilizando y respondiendo a sus dudas e inquietudes.
  • Mantener la conexión. Es complicado por nuestros ritmos de vida, pero en la medida de lo posible, dedicar tiempo a nuestros hijos e hijas, pasar tiempos a solas con ellos, conocer y saber de sus amigos y amigas, estar al tanto de su esfuerzo, logros, y retos a los que deberá enfrentarse.
  • Proporcionar progresivamente espacios de actuación individual, fomentando su autoconfianza, no cayendo en la sobreprotección.
  • Aceptar la cooperación y la puesta en común en el establecimiento de límites en la familia, manteniendo una actitud de amabilidad y firmeza a la vez.
  • Involúcrate en sus estudios e intereses personales, te ayudará a conocerles mejor.
  • Evitar luchas de poder innecesarias, trata de orientarte hacía posibles soluciones en las que todos encontréis beneficio.
  • Fomentar la comunicación, creando climas de confianza, sin juzgar.
  • Ayudar a desarrollarles el pensamiento moral, y el sentido de lo correcto e incorrecto. Esta etapa es un momento idóneo para ir descubriendo y generando valores.
  • Aceptar que los amigos y amigas se va a convertir en el grupo de referencia más importante en su vida.
  • Permitir la identidad propia. Van a explorar y experimentar continuamente, es el proceso y la manera de ir aprendiendo. Mantén en este sentido una mentalidad abierta y flexible.
  • No tomar las cosas como algo personal. En esta etapa, son todo una revolución hormonal y emocional, por lo que pueden reaccionar de una manera excesivamente intensa

Al igual que en el proceso del que se habla en el título de este artículo, van a pasar poco a poco de ninfa a libélula, creando su propia identidad, como si de un diamante en bruto se tratara. Esto va a ser fundamental para el desarrollo adolescente, van a explorar y descubrir quiénes son, buscar la aceptación social entre sus amigos y amigas, además de ir generando su propio estilo de vida, en base a sus valores de reciente aparición.

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