¿Piensas demasiado?

¿Piensas demasiado?

¿Quién de nosotros o nosotras, no se ha encontrado en más de una ocasión, dando vueltas y vueltas a un mismo problema sin encontrar la solución, pero de igual manera, sin poder dejar de pensar en ello?

Muchas personas dan mil vueltas sobre cada pequeño problema, hasta que lo distorsionan y se vuelve más grande de lo que realmente es.

En principio, la preocupación cómo forma de afrontamiento de los problemas está asociada a creencias acerca de lo positivo que es preocuparse, puesto que de esta forma se puede llegar a encontrar la solución, pero en la medida en que permanecemos y permanecemos en este estado psicológico, no tenemos manejo o influencia alguna sobre nuestros pensamientos, por lo que la preocupación no se detiene, no encontrando el botón de apagado.

Cuando el pensar demasiado, se convierte en un problema, ese pensar deja de ser clarificador sobre lo que nos pasa, al revés, no nos lleva a ninguna decisión ni solución, dejándonos y manteniéndonos estancados/ as, a expensas de bucles de pensamiento, preocupaciones, alteraciones emocionales y sensaciones desagradables.

Algo así llega a provocar no sólo un gran agotamiento físico y mental, sino también un estado de ánimo bajo, pasando de la preocupación de un problema a otro, desvirtuando el original y magnificándolo en exceso.

Este fenómeno, en inglés denominado overthinking, hace que no seamos capaces de concentrarnos en lo que estamos realizando, se nos emborrona la mente, disparándose nuestros niveles de estrés, y haciéndonos perder efectividad sobre aquello que estemos haciendo.

Se caracteriza principalmente por elaborar cadenas larguísimas de ideas negativas, repetitivas y cíclicas. En otras ocasiones las palabras no son suficientes y nuestra mente además elabora “películas” imaginarias con banda sonora, personajes, trama completa y desenlace (habitualmente negativo). 

Características de pensar demasiado:

  • Revivir momentos interpretados como negativos: Las personas que tienen tendencia en pensar mucho suelen tener la costumbre de revivir aquellos momentos en los que lo han pasado mal.
  • Problemas para dormir: Cuando se piensa demasiado  es frecuente experimentar problemas para dormir debido a la ansiedad o a los propios pensamientos de preocupación.
  • Revivir errores: Se repite mentalmente aquellas conversaciones que se tuvo con la gente o aquello que se cree que se podría haber hecho mejor.
  • No centrarse en soluciones: Nos enfocamos una y otra vez en revivir y pensar el mismo problema, en vez de estar centrada en buscar una solución a los mismos.
  • Pensamientos repetitivos:  Repetir los mismos pensamientos una y otra vez.
  • Dificultad para tomar decisiones: Al pensar más y analizar una situación desde diversas perspectivas se posterga la decisión final.

Todo lo anterior no llega a constituir un trastorno psicológico como tal, pero sí puede ser un rasgo que está detrás de muchas realidades clínicas como los trastornos del estado del ánimo (depresión, ansiedad), trastornos obsesivos-compulsivos e incluso de detrás de los trastornos de alimentación e insomnio.

Como causas de este pensar demasiado podemos encontrar principalmente:

  • El miedo. La persona se encuentra convencida de que no va a ser capaz de manejar situaciones que puedan darse en su vida. Tiende además a anticipar en exceso, mostrando gran preocupación por el futuro.
  • La necesidad de controlar todo lo que ocurre a nuestro alrededor.

Algunas ideas para poder reducir este fenómeno:

No va a resultar fácil. Cuando algún tema ocupa nuestra mente, cuesta encontrar maneras de relajar la mente y parar. Pero algunos consejos sobre cómo dejar de pensar en algo o evitar sobrepensar pueden mejorar mucho tu calidad de vida.

1. Consultar con un psicólogo o psicóloga: La terapia psicológica puede ser de gran ayuda, para conocer por qué surgen los pensamientos, cómo se originan y su estructura, además de por supuesto, aprender a manejarlos de la manera más adecuada posible.

2.- Aceptar los pensamientos: Obsérvalos con atención, sin emitir ningún juicio. No luchas contra ellos, son desagradables sí, pero es imposible no pensar.

3.- Abandonar los intentos de control, realizados hasta el momento: No podemos controlar todo lo que ocurre en nuestra vida ni tampoco de las personas que te rodean. Sólo puedes tener cierto nivel de manejo sobre tus propias acciones y no sobre el comportamiento de los demás.

4. Concentra tu atención en el presente Centra toda tu atención en el hoy, en el aquí, en el ahora. Esto te demandará mucha práctica, pero con el tiempo lo podrás lograr. Ve más despacio y toma consciencia de lo que te rodea. Puedes decirte a ti mismo o misma: “ahora estoy…”, gracias a este pequeño recuerdo podemos volver a acercarnos al presente.

5.- Dejar ir: Una buena estrategia para lograrlo es anotar cada uno de tus pensamientos negativos o preocupaciones, para que se queden en el papel y dejen de estar en tu mente.

6.- Enfócate en buscar soluciones al problema Entrar en bucles de pensamientos no nos es útil, enfocarnos en soluciones sí. Utiliza la creatividad de tu mente para buscar soluciones concretas.

7.- Practica el autocuidado: Elige un deporte o algún tipo de actividad que disfrutes y te guste. Nadar, meditar o simplemente caminar, son ejercicios sencillos que, además de mejorar tu salud, también te ayudarán a aliviar la avalancha de pensamientos negativos, al resultar incompatibles con ellos.

8.- Obtener sueño de buena calidad: Con frecuencia tendemos a descuidar hábitos saludables, precisamente cuando más los tendríamos que cuidar, el sueño y la alimentación resultan fundamentales. Cuando no hemos dormido lo suficiente, nos volvemos más irascibles, e incluso más vulnerables a la preocupación y a los pensamientos negativos. No pensamos con tanta claridad cómo solemos hacerlo. Y podemos más fácilmente perdernos en pensamientos sin llegar a nada en concreto.

El camino a seguir no es fácil, nunca vamos a conseguir logros inmediatos o sencillos, pero sí tienes la influencia de llevar tu vida por el camino que te gustaría seguir, y poder poner en práctica todo lo mencionado en este artículo para cumplir objetivos importantes a medio y largo plazo.

Como nos diría el psicólogo norteamericano Steven Hayes, “sal de tu mente, ¡entra en tu vida!”.

Deja una respuesta