VACACIONES EN FAMILIA, ¿QUÉ DEBO SABER?

VACACIONES EN FAMILIA, ¿QUÉ DEBO SABER?

Durante los meses de trabajo, colegio y obligaciones, todos esperamos la llegada de las vacaciones de verano con gran ilusión. Sentimos unas ganas tremendas de desconectar de la rutina y conectar con familiares, amigos, lugares y hobbies.

Pese a nuestras ganas y mejores intenciones, cuando pasamos gran parte de las vacaciones en familia, es posible que surjan complicaciones: enfados, desacuerdos, malentendidos… que generen emociones desagradables. Estar de vacaciones supone pasar mucho más tiempo del habitual con diferentes personas, como nuestra pareja, nuestros hijos o nuestra familia extensa. Aunque durante el año ansiamos este momento y es, sin duda, algo positivo, la falta de costumbre puede dar lugar a momentos incómodos que no sabemos gestionar.

Las personas somos seres de hábitos y, generalmente, nos cuesta salir de ellos. Las vacaciones suponen una ruptura total con nuestras rutinas, lo que se intensifica aún más si compartimos tiempo y espacio con personas con las que no lo hacemos habitualmente. Ante esto, resulta esencial comunicarnos asertivamente con los demás, mantener una actitud positiva y ser flexibles. A continuación, os ofrecemos algunas pautas para adaptarnos tanto a nuestras necesidades como a las de los demás, asegurando así que las vacaciones sean un tiempo de calidad para todos:

  1. Evitar pensar que el tiempo de vacaciones será perfecto. La perfección no existe y, como en cualquier otro momento, pueden surgir contratiempos o dificultades que tenemos que afrontar. Entender que esto es posible y saber relativizarlo (es decir, comprender que un contratiempo o dificultad no va a arruinar las vacaciones) es fundamental para evitar sentir que todas las expectativas que teníamos se han roto.
  2. Aceptar sin culpa nuestra necesidad de descansar y saber comunicárselo a nuestros hijos. Tenemos derecho a ratos de descanso y, además, ese descanso contribuirá a que el tiempo compartido con nuestros hijos sea de mayor calidad. Podemos explicárselo y establecer con ellos ratitos de juego y de descanso.
  3. Organizar y repartir las responsabilidades. Cuando nos vamos de viaje con familiares con los que no convivimos (hijos, abuelos, hermanos, tíos, primos…) nos enfrentamos a un escenario que desconocemos. Es importante hablar asertivamente sobre las tareas de la casa, las compras y todas las responsabilidades de las que haya que hacerse cargo, de modo que prevengamos malentendidos y todos colaboremos en ellas.
  4. Adaptarse. Es fundamental que todos nos adaptemos a las necesidades e intereses de los demás. A las rutinas, costumbres, comidas, entretenimientos, gustos… Para disfrutar de unas vacaciones satisfactorias con otras personas, es fundamental alejarnos de lo que “debería ser”, abrir la mente a nuevas opciones y empatizar con los demás. Este proceso nos permitirá, por ejemplo, entender que nuestro hijo adolescente no quiera venir a pasear, aceptar que a algunos no les guste ir a la playa, o poder encontrar una hora de cena que satisfaga a todos.
  5. Evitar temas peligrosos. En todas las familias existen temas reconocidos por sus miembros como temas a evitar, ya que es sabido que pueden causar turbulencias. Poner de nuestra parte para tratar de prevenir que estos temas salgan a la luz y generen problemas, está bien.
  6. Permitir espacios a solas. Estar de vacaciones en familia no implica no tener espacios para estar a solas, para dar un paseo, darse un baño, leer un libro… Es fundamental aceptar a aquellos que necesiten estos ratitos, sin culparles por ello.
  7. Agradecer el tiempo compartido. En último lugar, resulta esencial agradecer la posibilidad estar disfrutando o haber disfrutado de ese tiempo juntos. Esta es una estrategia muy útil ante un desacuerdo o conflicto, ya que el sentimiento de gratitud nos ayuda a relativizar estas situaciones.

Las vacaciones son tiempo de descanso y disfrute. Ante cualquier contratiempo, recuerda por qué decidiste pasar ese tiempo con aquellos con los que estás.

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