La preocupación de un padre sobre si en algún momento de su vida alguno de sus hijos vivirá una experiencia de acoso escolar es muy frecuente. Los datos obtenidos por el INFORME DEL OBSERVATORIO para ESPAÑA de Bullying Sin Fronteras nos indican que en España desde enero de 2020 a diciembre de 2021 se dieron 11.229 casos registrados de bullying. Escalofriante.
Según el informe realizado por la ONG Internacional Bullying Sin Fronteras, en colaboración con la Organización Mundial de la Salud junto a Naciones Unidas, el acoso escolar o bullying se cobra alrededor de 200 mil suicidios al año entre jóvenes de entre 14 y 28 años.
El “ciberbullying” rebasa cualquier escenario, llevando la agresión a whatsapp, twitter, Facebook, Instagram, tiktok, etc… Acoso constante, diario, las 24 horas del día. El ciberbullying es causante de más de 100 mil muertes al año en todo el mundo, tanto en niños como en adolescentes, convirtiéndose en la primera causa de muerte en éstos. Terrorífico.
El acoso escolar se da cuando un niño o adolescente está sometido por parte de otros escolares a maltrato físico, verbal o psicológico de manera reiterada en un periodo de tiempo determinado.
Se genera miedo por parte de uno o varios compañeros produciéndose situaciones en las que se insulta, humilla, pega, generan rumores para difamar sobre la persona, rompen cosas, roban, amenazan, chantajean, vejan, se falta al respeto, persiguen a la persona hasta el punto de convertirse en algo sistemático pudiendo prolongarse, incluso en años, dicho maltrato.
Todo ello puede suceder en el aula, cambios de clase, recreos, baños, pasillos, también a la entrada o salida del colegio, en el recorrido de casa al centro escolar, llegando a generalizarse a redes sociales como por ejemplo Instagram o Facebook, correo electrónico, mensajes al móvil y distintas páginas web y aplicaciones móvil.
Esta situación se convierte en insoportable para el niño que en muchos casos se verá incapaz de pedir ayuda. El miedo a que el acosador le haga más daño si se lo cuenta a sus padres o profesores puede llegar a atemorizarle. Sienten una enorme impotencia y le preocupa que sus padres y otros adultos puedan juzgarles o incluso castigarles. Llega un momento en el que el niño llega a creer que quizá él es el problema, que la gente se mete con él porque es molesto o incluso porque se lo merece. Son consecuencias propias del maltrato y por lo que es tan importante tener la capacidad de detectarlo aun cuando ellos se sientes débiles para contarlo.
Es importante destacar que el trabajo que primero debemos realizar es en prevención de este tipo de situaciones. Como es casi todas las problemáticas de componente psicoemocional, nuestro punto de partida será prevenir que se lleven a cabo las agresiones y ello dependerá de la educación en valores, empatía, solidaridad, respeto, diversidad, buen uso de las tecnologías y apoyo entre iguales. Es tarea de todos los adultos que rodeen al niño, el educarle para no ejercer violencia sobre los demás. Si llegamos a esto, no tendremos que tratar o llorar la pérdida de las víctimas de acoso escolar.
En el bullying están implicadas tres partes: el acosador o acosadores, la víctima y los espectadores.
Los espectadores tienen un papel muy importante porque, aunque no ejercen violencia directa sobre la víctima forman parte del mantenimiento de la violencia y por ello es importante educar a nuestros hijos a que no se queden en meros testigos y que pongan en conocimiento de sus profesores y padres lo que esté sucediendo.
Al igual ocurre con los agresores. En ocasiones por miedo a aceptar una realidad tan dura como la de que un hijo pueda estar haciendo daño a otros compañeros y que quizá yo no he sabido lo que estaba ocurriendo, podemos perpetuar su conducta si no llevamos a cabo las pautas y estrategias adecuadas con el niño, el colegio y la víctima.
Pero ¿y si la víctima es mi hijo? ¿Cómo puedo detectarlo?
Existe una realidad y es que los niños no tienden a contárselo a los adultos. Esto tan solo ocurre en un 40% de los casos de bullying, por ello los padres pueden tener en cuenta una serie de señales de alerta que podrían indicar que el niño pueda estar siendo acosado y desde ahí ayudarle. Es importante también saber que no todos los niños que sufren acoso presentan de una forma obvia todas estas señales, por lo que en esos casos será más difícil llegar a la raíz del problema.
Señales de altera sobre el bullying:
- Miedo a ir al colegio: Hay niños que de manera reiterada cuando tienen que ir al colegio experimentan ansiedad. Los domingos justo antes de comenzar la semana de pronto el niño verbaliza mensajes negativos con respecto al centro escolar, incluso de miedo. Quizá no explique el porqué pero si decir “no por favor, no quiero”
- Molestias gástricas y estomacales, dolores de cabeza y malestar físico frecuente: Todos los niños pueden llegar a enfermar en un momento dado, pero una señal de alerta es cuando esos problemas se reiteran en el tiempo. El niño puede llegar a simular una enfermedad con tal de no tener que enfrentarse a su miedo.
- Disminución del rendimiento o fracaso escolar: Niños que antes eran capaces de concentrarse ahora les resulta imposible. Si mi preocupación es el daño que otro pueda hacerme acabará viéndose reflejado en mis resultados académicos.
- Problemas de sueño: Insomnio, pesadillas y dificultad para conseguir un sueño reparador son otros avisos. El niño está inquieto y afectará a su descanso. Su cabecita estará pensando día y noche en lo que le sucede y afectará a su capacidad para dormir.
- Lesiones físicas: No hay explicación para lo que le sucede, un día es un moratón, otro un rasguño, otro golpe y así sucesivamente en el tiempo. No explica cómo se lo ha hecho o su frecuencia es tan alta que aunque pueda darnos una explicación no es coherente. Debemos tenerlo muy en cuenta y no minimizarlo.
- Pérdida de objetos: Comienzan a faltarle cosas, desde material escolar, hasta prendas de ropa, móviles, libros o cualquier objeto personal. Algunos pueden aparecer rotos y otras veces puede decirnos que lo ha perdido.
- Cambios de humor: Su estado de ánimo puede fluctuar. Puede estar triste, enfadado, mostrarse más solitario y ansioso. Si notamos un cambio en el carácter de nuestro hijo y éste no sabe darnos una explicación o no tenemos constancia de qué le ha ocurrido es importante observarle y hablar con él.
- Inapetencia social y de actividades de ocio en grupo de amigos: Tienden a aislarse del mundo y de los demás. Pierden las ganas de hacer planes con otros amigos y en edades más tempranas incluso pierden las ganas de jugar. Se muestran más solitarios e inexpresivos verbalmente. Cuesta que cuenten cosas o incluso que quieran hacer cosas agradables. Su estado de ánimo ha disminuido tanto que su propia tristeza o su miedo les incapacita para ello. Además en ocasiones tienen miedo de encontrarse con sus agresores en espacios abiertos, parques, zonas recreativas para jóvenes y por ello directamente evitan dichas situaciones.
- Pérdida de autoestima: Pueden comenzar a realizar verbalizaciones del tipo: no sirvo para nada, molesto, soy lo peor, soy tonta, nadie me quiere… Acaban creyendo el mensaje de su agresor o incluso tratan de explicarse a sí mismos porqué están viviendo eso. Ello es lleva a creer que ellos mismos son el problema.
- Conductas autolesivas: Sienten tanto dolor y sufrimiento que en algunos casos pueden llegar a autoinflingirse daño a sí mismos. De ese modo sienten que canalizan su dolor y padecimiento a una única zona de su cuerpo. También les hace sentirse “anestesiados” de su propio malestar. Pueden encontrar heridas en sus brazos, pequeños cortes o moratones inexplicables.
- Ataques de ansiedad antes de acudir a clase o al salir de ella: mucho nerviosismo que puede llegar a terminar en un ataque de pánico. El niño se muestra agobiado antes de tener que acudir a clase o al salir de su jornada escolar.
- Cambios en su conducta alimentaria: algunos niños son sometidos a robos de su almuerzo y cuando llegan a casa pueden llegar a darse atracones de comida. En otras ocasiones incluso pérdida significativa de apetito. El miedo, nerviosismo y estrés que padecen puede generar que el niño se salte comida por no sentir el deseo de comer debido a su estado emocional o físico.
- Abuso de sustancias: Muchos niños comienzan a consumir distintas sustancias con diferentes fines: apaciguar con ella su malestar y tratar de evadirse o para generar una aceptación del grupo en el que se encuentra, donde muchas veces en el ambiente del agresor existe ese consumo.
- Cuando se le pregunta por el colegio o instituto responde con respuestas evasivas: No quieren hablar de lo que les ocurre. Sienten miedo o vergüenza. Temen ser juzgados por sus padres o que estos mismos piensen que no saben defenderse. Evitan defraudarse y por ello hablar del tema.
- Verbalizaciones sobre la idea de suicidio: según la OMS y la ONG Internacional Bullying sin fronteras, 200 mil jóvenes que sufren acoso escolar acaban con su vida al año. Niños y jóvenes de entre 6 y 21 años. Si mi hijo en algún momento habla sobre suicidio, o algún compañero me alerta de haberle escuchado hablar sobre ello debo actuar de inmediato. El riesgo de suicidio aumenta cuando los niños no reciben ayuda por parte de su entorno.
¿Cómo puedo protegerle del bullying?
- Crear un clima familiar de confianza, comunicación, empatía y escucha. Si tu hijo necesita algún día lo que le sucede que sepa que no va a ser juzgado, sino comprendido, apoyado y protegido.
- Rechaza desde casa cualquier tipo de conductas violentar y promueve una actitud de cero permisividad al maltrato. Enseña a tu hijo a que no sea pasivo ante este tipo de situaciones y recuérdale que tiene derecho a ser tratado con respeto y dignidad. Y por supuesto defenderse de las agresiones verbales y físicas.
- Si reconoce que está siendo acosado dale las gracias por contártelo y refuerza lo valiente que ha sido por hacerlo.
- Hazle saber que tú le vas a proteger. Que por supuesto no está solo y que vas a resolver la situación que está viviendo con ayuda de sus profesores, compañeros y si fuera necesaria, también la policía.
- Trata de recopilar toda la información junto a tu hijo sobre qué ocurre, cómo, cuando sucede, quienes lo generan, dónde le pasa y todo lo relacionado con el acoso.
- Solicita una tutoría para valorar lo ocurrido urgente donde deberá ponerse en conocimiento lo ocurrido, generar un protocolo desde el centro escolar de acción y protección del niño para, posteriormente volver a tener una reunión con los padres y el centro escolar (tutor, jefe de estudios y dirección del centro)
- Si desde el centro no se recibe la ayuda necesaria para frenar de raíz la situación denunciar los hechos.
- Y aunque sea difícil, trata de mantener la calma. Actuar de manera impulsiva puede alargar el problema.