RESILIENCIA. QUÉ ES Y CÓMO LOGRAR CRECER ANTE LA ADVERSIDAD.

RESILIENCIA. QUÉ ES Y CÓMO LOGRAR CRECER ANTE LA ADVERSIDAD.

Muchas veces desearíamos que nuestra vida fuese lineal, sin demasiados obstáculos, sin pruebas, sin problemas, sin situaciones incómodas, en definitiva fácil. ¿Qué sería que la vida fuese fácil? Quizá que no tuviéramos que pasar por rupturas de pareja, con aquella persona a la que amamos pero que nos está dejando, muertes de seres queridos, despidos laborales, problemas económicos, situaciones inesperadas, quizá problemas familiares de diversa índole, enfermedades, o peor, enfermedades de nuestros hijos, amigos, hermanos, padres…

La realidad es que este tipo de situaciones, por muy desagradables que sean, son parte de la vida, del camino que nos toca recorrer. A veces pueden suceder esporádicamente, con poca frecuencia pero en otras ocasiones incluso llegamos a pasar una, tras otra, tras otra… “estoy viviendo una mala racha”, ¿te suena?

 

Ante este tipo de situaciones, o lo que es lo mismo la adversidad, los obstáculos desagradables de nuestra vida podemos, o bien afrontarlos positivamente o bloquearnos ante ellos sin saber qué hacer, sintiéndonos víctimas de nuestra propia vida, creyendo que no podemos hacer nada y por lo tanto tener una fuerte sensación de fracaso.

RESILIENCIA

Actualmente es una palabra que comienza a escucharse. Resiliencia, resiliente, mentalidad resiliente, personas resilientes…

Creo que conocer qué es  una mentalidad relisiente y cómo podemos potenciar esta cualidad o característica es muy positivo para todos y cada uno de nosotros.

La resiliencia se define como la capacidad que presenta el ser humano para poder adaptarse y crecer positivamente ante la adversidad. Pero una persona no solo es resiliente si es capaz de superar las tragedias y las crisis de su vida. Potenciar una mentalidad resiliente en realidad nos servirá para desarrollarnos en todos los momentos de nuestra vida, ya sean agradables o desagradables. Nos ayudará a resolver los retos que se presenten  generándonos fortaleza emocional para todos ellos.

Una persona resiliente, para algunos campos científicos debería de ser alguien que ya ha tenido que afrontar y superar grandes contratiempos y problemas de su vida pero actualmente son cada vez más los investigadores que comprenden que este término debe ampliarse a todas las personas, ya bien hayan experimentado o no este tipo de situaciones.

Las personas resilientes comparten una serie de características y actitudes sobre sí mismos que influirán en su comportamiento y en cada una de las habilidades que desarrollen. Todos esos comportamientos y habilidades compondrán lo que llamaremos MENTALIDAD RESILIENTE.

¿QUÉ CARACTERÍSTICAS TENDRÁ UNA MENTALIDAD RESILIENTE?

Robert Brooks y Sam Goldstein enumeraron una serie de características principales para poder entender cómo sería una persona resiliente:

  • Ser capaces de empatizar poniéndonos en el lugar de los demás.
  • Sentir que somos nosotros mismos los que controlamos nuestra propia vida, y no lo externo, aquello que no podemos controlar.
  • Tener estrategias para poder controlar y generar resistencia al estrés.
  • Desarrollar y potenciar una comunicación interpersonal adecuada y efectiva.
  • Contar con habilidades adecuadas para solucionar nuestros problemas y ser capaces de tomar decisiones.
  • A la hora de establecer metas, adecuar nuestras expectativas generando siempre aquellas que sean realistas.
  • Aprender de nuestros logros y éxitos tanto como de nuestros errores y fracasos.
  • Ser compasivo con la sociedad y contribuir a su bienestar.
  • Vivir una vida responsable acorde a nuestros valores, siendo estos adecuados.
  • Sentirnos especiales (que no egocéntricos) cuando somos capaces de ayudar a los demás a sentirse del mismo modo.

 

Ser resiliente no significa que no sintamos malestar, o dolor, estrés o ansiedad sino que somos capaces de gestionar adecuadamente los conflictos cuando vayan apareciendo en nuestra vida.

 

10 CLAVES PARA VIVIR UNA VIDA RESILIENTE

(Según Robert Brooks y Sam Goldstein)

 

  1. Aprende a ponerte en el lugar de los demás:

Es muy importante que sepas ver a través de los ojos de los demás. Que aprendas a ponerte en sus zapatos. A esto le llamamos EMPATÍA.

La empatía no significa que debas estar de acuerdo en cómo actúan, sienten o piensan los demás ante la vida, significa que respetamos su forma de hacerlo y logramos entender porqué pueden llegar a hacerlo de ese modo, qué les lleva a ello.

Para poder funcionar de forma adecuada debemos ser capaces de entender a los demás en sus diferentes posturas, creencias, aunque discrepen de las nuestras.

 

  1. Cambiar nuestros patrones internos de comportamiento y pensamientos negativos:

Normalmente los seres humanos reproducimos patrones que son inadecuados y nos boicotean en la consecución de nuestros objetivos. Muchas veces somos conscientes de ello y nos decimos: no lo entiendo, no sé porqué sigo haciéndolo, no puedo cambiar.

La realidad es que como anteriormente dije, son patrones y si podemos modificarlos pero para ello debemos seguir una serie de pasos:

  • Identifícalos, se consciente de cuales son y hazte responsable de ellos. Nadie hará el cambio por ti, sólo tú puedes hacerlo.
  • Genera objetivos a corto y medio plazo que estén relacionados con ellos.
  • Traza un plan de acción diseñando nuevos comportamientos positivos que terminarán convirtiéndose en tus nuevos patrones. Si pudiste aprender los viejos y negativos patrones ¿por qué no hacerlo con los adecuados?
  • Elige uno de los nuevos patrones para poder llevarlo a cabo.
  • Valora qué obstáculos podrás encontrarte durante su ejecución.
  • Impleméntalo. Lleva a la práctica el nuevo patrón.
  • Genera cambios en el proceso si consideras que debes hacerlo. No existe nada perfecto y quizá necesites generar algún tipo de cambio.
  1. Resistencia al estrés VS permanecer estresado:

El estrés y la presión aparecerán en diferentes momentos de nuestra vida. No se trata de evitarlo a toda costa, ya que no será posible, se trata de aprender a ser resistente a ello.

Existen varios componentes que diferenciarán a unas personas de otras en cuanto a la forma de afrontar el estrés de su vida.

Si una persona asume sus responsabilidades como obligaciones y exigencias, como cargas emocionales e interpreta que todo está fuera de su control y que no puede hacer nada para cambiarlo inevitablemente generará un peso de estrés a su vida y a sus circunstancias. En cambio si una persona, por el contrario, interpreta sus responsabilidades como retos y considera que está listo y preparado para afrontarlo, generará una disminución de estrés. Si me centro en aquello que puedo controlar, entendiendo que existen factores que evidentemente no dependen de mí, pero que yo me centro en la parte que me corresponde, adoptando estrategias eficaces para superarlo, esa situación será más fácil de pasar.

 

  1. Comunicarme adecuadamente con los demás:

Empatizar (saber ponerme en el lugar de los demás y tratar de entender sus razones), nuestra comunicación verbal (lo que decimos mediante las palabras), la comunicación no verbal (lo que expresamos mediante nuestro cuerpo, los gestos, el tono, incluso nuestros silencios), la escucha activa (no solamente escuchar, sino prestar máxima atención a lo que nuestro interlocutor nos dice y hacérselo saber mediante distintos comportamientos) generará una verdadera comunicación eficaz y adecuada.

No necesitas estar de acuerdo con los demás, pero es necesario que los comprendas, los entiendas sin menospreciar.

Normalmente nos centramos en que los demás no nos escuchan, no nos entienden, no nos hacen caso, cuando en realidad en lo que deberíamos centrarnos es en, ¿qué parte de la comunicación me corresponde a mí y que posiblemente esté fallando para que no me comprendan como yo necesito?, ¿de qué forma podría mejorarlo o cambiarlo para que resulte efectiva?

Empatizar, ponernos en la ”piel” de los demás, no significa que estés de acuerdo y justifiques lo que piensa o hace, significa que simplemente llegas a entender el porqué de lo que siente, piensa o hace.

Es importante comenzar a empatizar, es la forma más rápida de que también los demás te comprendan y te sientas apoyado y comprendido.

  1. Ajusta tus expectativas sobre ti mismo y sobre los demás.

Acéptate y acepta a los demás tal y cómo eres y son.

¿Conoces tus valores? Párate a pensar un momento sobre ellos, te lo recomiendo. Muchas veces las personas no viven de acuerdo a sus valores, en parte porque ni siquiera se han parado a analizar cuáles son, y existen multitud de discrepancias e incongruencias entre éstos y su forma real de comportarse. Cuando vivimos siendo incongruentes con nuestros valores, con nuestra verdadera “esencia” o forma de ser y asumimos una especie de “personaje” frente a los demás, esto generará muchísimo estrés en nuestra vida. No podremos sentirnos íntegros y tranquilos en el día a día.

Comprométete con tus valores. Considera si en la cotidianidad realmente los priorizas sobre otras cosas.

Al igual que tú, los demás también tienen su propia lista de valores, la que le permitirá vivir pleno y feliz en su propia vida. Esta lista ni mucho menos tiene que coincidir con la tuya, no caigas en esa falacia. Lo que para ti es necesario, para otro no tiene porqué serlo. Es importante aprender a aceptarlo para de ese modo también vivir junto a ellos de forma honesta y satisfactoria, siempre y cuando no vulneren directamente nuestros valores.

  1. Genera conexiones con los demás y se compasivo.

Es importante que revises el tipo de relaciones que mantienes en tu vida. No solo eso, también la forma en la que tú mismo te relacionas con ellos y qué eres capaz de aportarles. Necesitamos de personas que refuercen nuestra vida, nuestra dignidad, nuestra propia valía personal. Pero a su vez es importante que sepamos darles afecto, cariño y compasión. No desatiendas a las personas que le aportan todo ello a tu vida ya que para poder ser una persona resiliente es importante tenerlo en cuenta. Cuando mostramos a los demás compasión le otorgamos a nuestra vida valor y significado. Es importante recibir y saber aceptar el cariño de los demás, pero también dar una reciprocidad a estas personas, generando un trato de afecto hacia ellos.

Busca la forma de ayudar a los demás, de darles y de dignificar su vida.

Ralph Waldo Emerdon dijo: “Una de las más hermosas compensaciones de la vida es que ningún hombre puede intentar ayudar sinceramente a otro sin ayudarse a sí mismo”.

  1. Haz de tus errores tus mejores maestros:

Las personas con mentalidad resiliente observan sus errores con detenimiento y los consideran oportunidades para poder crecer individual y personalmente. Por el contrario, las mentalidades NO resilientes consideran que sus errores son un verdadero fracaso y que incluso ellos mismos son unos fracasados. Se tildan de poco inteligentes, de tontos, de inútiles… Son pesimistas y tienden a poner excusas, abandonar, escapar de los problemas, negarlos, o culpabilizar a factores externos o incluso a los demás.

Cuando más huyas de tus errores menores oportunidades de éxito contemplará tu vida.

  1. Reacciona de forma adecuada ante los éxitos de tu vida:

Muchas personas minimizan sus éxitos, y responsabilizan a otros factores de ello: “tuve suerte”, “el examen fue demasiado sencillo, por eso aprobé”… Al igual que una forma positiva de vivir los errores nos acercará a una mentalidad resiliente, una mentalidad positiva frente a nuestros éxitos nos ayudará también. Aprende a atribuirte el éxito que te corresponda en tu vida. Valora tu esfuerzo, tus capacidades, tu valía personal. Si tienes a no aceptar bien lo bueno de tu vida párate y analiza bien si estás cayendo en una mentalidad negativa frente a tus logros.

  1. No reacciones como primera opción. Ejerce la autodisciplina y el autocontrol:

Pensar antes de actuar, empatizar con las emociones y los sentimientos de los demás, cuando valoramos diferentes soluciones y opciones frente a los problemas, cuando reflexionamos sobre la mejor de las posibilidades, cuando llevamos a cabo un plan de acción, cuando elegimos cómo actuar en función de nuestros objetivos y teniendo en cuanta a los demás, estaremos desarrollando de forma adecuada la autodisciplina y el autocontrol tan necesarios para tener una mentalidad resiliente.

  1. Ejercita día a día tu mentalidad resiliente:

Es importante que entiendas que alcanzar una mentalidad resiliente no pasa por leer sobre ello, entenderlo y esperar los resultados paciente en casa. Debes adquirir una responsabilidad contigo mismo y llevar a cabo un plan de acción, asumiendo un estilo de vida resiliente.

Es conveniente que realices “ejercicios y tareas” encaminadas a ello día a día. Al igual que, por ejemplo cuando quieres tonificar tu cuerpo entrenas con frecuencia en un gimnasio, para desarrollar una mentalidad resiliente deberás adquirir el mismo compromiso.